martes, 28 de junio de 2011

EL VALOR DEL RESPETO


El respeto comienza en la propia persona. El estado original del respeto está basado en el reconocimiento del propio ser como una entidad única, una fuerza vital interior, un ser espiritual, un alma. La conciencia elevada de saber “quién soy” surge desde un espacio auténtico de valor puro. Con esta perspectiva, hay fe en el propio ser así como entereza e integridad en el interior. Con la comprensión del propio ser se experimenta el verdadero autorrespeto.
Es por esto que se afirma que el conflicto se inicia cuando se da la falta del reconocimiento de la propia naturaleza original y la del otro. Como resultado, las influencias negativas externas dominan completamente el respeto. Estabilizarse en el estado elevado del propio ser asegura auténtico respeto por y de los demás debido a que se actúa con la conciencia de que todo ser humano tiene un valor innato, que es puro y virtuoso. Esta forma de pensar garantiza la victoria final, porque la interacción sobre esta base asegura que surja la bondad inherente del propio ser y de los demás.
La causa de todas las debilidades se origina en la ausencia de autorrespeto. La persona se llena de diferentes deseos o expectativas, exigiendo consideración o respeto de los demás. La persona, al hacerse dependiente de fuerzas externas en lugar de sus poderes internos, mide el respeto mediante los factores físicos y materiales, tales como la casta, el color, la raza, la religión, el sexo, la nacionalidad, el estatus y la popularidad. Cuanto más se mide el respeto sobre la base de algo externo, mayor es el deseo de que los demás tengan un reconocimiento hacia mí. Cuanto mayor es ese deseo, más se es víctima del mismo y se pierde el respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Si las personas renunciaran al deseo de recibir consideración de los demás y se estabilizaran en el estado elevado de autorrespeto, la consideración y el respeto los seguiría como una sombra.
El desafío es desarrollar el valor del respeto en el propio ser y darle una expresión práctica en la vida diaria. Aparecerán obstáculos para probar la solidez del respeto y, con frecuencia, se sentirán en los momentos de más vulnerabilidad. Es necesaria la confianza en uno mismo para tratar con las circunstancias con seguridad, de manera optimista, esperanzadora. En las situaciones en las que parece que todos los apoyos se han desvanecido, lo que permanece fiel es el nivel en que se ha podido confiar internamente en el propio ser.
Ambiente de respeto
El poder de discernir crea un ambiente de respeto, en el que se presta atención a la calidad de las intenciones, actitudes, conductas, pensamientos, palabras y acciones. En la medida que exista el poder de la humildad en el respeto hacia el propio ser —y el discernimiento y la sabiduría que permiten ser justo e imparcial con los demás— habrá éxito en la forma de valorar la individualidad, apreciar la diversidad y tomar en consideración la tarea en su totalidad. El equilibrio entre la humildad y el autorrespeto da como resultado el servicio altruista, una actuación honrosa desprovista de actitudes débiles tales como la arrogancia y la estrechez mental. La arrogancia daña o destruye la autenticidad de los demás y viola sus derechos fundamentales. Un temperamento así perjudica también al transgresor. Por ejemplo, la tendencia a impresionar, dominar, o limitar la libertad de los demás se manifiesta con el propósito de imponerse en detrimento del valor interno, de la dignidad y la paz mental. El respeto original se subordina a uno artificial.
Por tanto, pretender ganar respeto sin permanecer consciente del propio valor original se convierte en el método mismo para perderlo. Conocer el valor propio y honrar el de los demás es la auténtica manera de ganar respeto. Puesto que tal principio tiene su origen en ese espacio prístino de valor puro, los demás sienten intuitivamente, la autenticidad y la sinceridad. En la visión y la actitud de igualdad existe una espiritualidad compartida. Compartir crea un sentimiento de pertenecer, un sentimiento de familia.
Ese sentido de honor y de valor puede extenderse a la naturaleza. La falta de respeto y trabajar en contra de las leyes de la naturaleza ocasionan un desequilibrio ecológico y desastres naturales. Cuando el respeto y la reverencia se extiendan a la energía eterna de la materia, los elementos servirán a la humanidad con precisión y abundancia.
Respeto es el reconocimiento del valor inherente y de los derechos innatos de los individuos y de la sociedad. Estos deben ser reconocidos como el foco central para lograr que las personas se comprometan con un propósito más elevado en la vida. El respeto y el reconocimiento internacionales por los derechos intelectuales y las ideas originales deben observarse sin discriminación. La grandeza de la vida está presente en cada uno, por lo que todo ser humano tiene el derecho a la alegría de vivir con respeto y dignidad.
Para mayor comprensión del tema, te invitamos a observar el siguiente video:

EL VALOR DE LA AMISTAD


Tiene su raíz en el amor, en la posibilidad de establecer lazos afectivos y sentimentales: una unión que se establece por un encuentro en común, interés por algún objeto, situación, sentimiento o ideal
El hombre, esencialmente, "forma alianzas o grupos con otros individuos", que se desarrollan desde la época de niño, producto de la reacción de actitudes hostiles y de rivalidad, mediante identificaciones con los otros.
La ligazón afectiva, se basa en un dar y recibir, en el reconocimiento, reciprocidad y en aceptar las diferencias. La colaboración, el intercambio, cierran el paso a la agresividad y a la desconfianza.
Podemos decir que un amigo, se constituye en una especie "de refugio", de lugar donde alojar las penurias, los secretos y las confidencias. El vínculo no se basa en la posesión o exigencia hacia el otro, sino en la libertad y apoyo mutuo.
En ocasiones, cuando se producen distanciamientos, podemos observar que algunos de estos códigos se han quebrantado, por ejemplo, cuando un secreto o "pacto de palabra" ha sido develado, se ha roto esa complicidad y esa confianza depositada en el otro.
Así como existe la posibilidad de elegir una amistad y darle inicio, también se le puede dar cierre, un corte cuando aparecen otros intereses en juego, o se ha violado una legalidad, en la que se basaba el vínculo.
La palabra hace de mediadora, limitando la agresión propia y natural de los seres humanos. Sin interdicción, aparecen la desconfianza, la disputa por la verdad, un ida y vuelta interminable, donde la única salida, es recurrir nuevamente a la palabra, poner letra a los hechos y a lo no dicho.
Desde la infancia, se va forjando el camino para entablar relaciones amistosas, primero el pequeño se relaciona con su familia, para iniciar luego su socialización fuera de su hogar, aprendiendo a compartir, a confiar, a establecer lazos afectivos con los niños de su edad y también a aceptar sus diferencias, teniendo gran importancia en este momento, el valor que la amistad, como relación afectiva entre pares, tenga en el seno familiar.
A partir de la escolaridad, cuando el niño va afianzando con mayor firmeza su personalidad, le irá otorgando un valor más genuino a la amistad.
Es al finalizar la adolescencia, con la estructuración definitiva de la vida sexual, cuando el sujeto es capaz de iniciar y mantener relaciones de amistad con el mismo sexo y con el otro, pudiendo separar a las personas con quienes puede lograr un acercamiento erótico y con quienes puede establecer lazos de amistad.
Al inicio de la pubertad, podemos observar "los amigovios", relaciones que son fundadas y que reposan en las identificaciones mutuas; donde prima el encuentro con alguien que se lo nombra y se lo reconoce como semejante: compartiendo afinidades, gustos, amigos, etc.; donde se mezclan y se afirman, entre sí, el uno con el otro, en esas primeras experiencias con el "otro sexo".
En el adulto, el vínculo de amistad, está basado en algún rasgo en común entre las personas, pero al mismo tiempo, mantiene mayor separación e independencia con el semejante.
Finalmente, podemos preguntarnos, cual es el valor de la amistad en nuestra época, donde observamos: el tiempo transformado en prisa, restando de esta forma momentos para el encuentro.
Relaciones basadas en la superficialidad e intereses, familias donde prima la desunión y el desalojo del sujeto, quedando afuera la solidaridad y cooperación y el esfuerzo necesario para el establecimiento de lazos duraderos.
Aceptar las pequeñas diferencias y otorgar el pleno valor a la libertad, darán sentido a lo que llamamos "amistad".
Para una mejor comprensión de la tematica te invitamos a observar el siguiente video:

Alineación al centro

lunes, 9 de mayo de 2011

LA EQUIDAD




La Equidad es un valor de connotación social que se deriva de lo entendido también como igualdad. Se trata de la constante búsqueda de la justicia social, la que asegura a todas las personas condiciones de vida y de trabajo dignas e igualitarias, sin hacer diferencias entre unos y otros a partir de la condición social, sexual o de género, entre otras.

El término equidad proviene de la palabra en latín “aéquitas”, el que se deriva de “aequus” que se traduce al español como igual. De este modo, la equidad busca la promoción de la valoración de las personas sin importar las diferencias culturales, sociales o de género que presenten entre si.

La importancia de la equidad toma especial importancia a partir de la constante discriminación que diferentes grupos de personas han recibido a lo largo de la historia. Un claro ejemplo de aquello es la discriminación contra la mujer en el ámbito laboral y social, lo que ha impulsado la creación de diferentes organizaciones, tanto a nivel gubernamental como independiente, las que se hacen cargo de situaciones como esta y luchan contra ellas a diario. Sucede también que en muchas naciones se discrimina a aquellas personas provenientes de otras culturas, marginándolos de la sociedad, y limitando así en forma dramática las posibilidades de surgir y desarrollarse.

No cabe duda de la falta de equidad en el mundo, ya que ejemplos como los anteriormente mencionados existen por millones. Sin embargo, lo más importante es que cada persona, a partir de su propia intimidad y cotidianeidad ponga en práctica la equidad, valorando a cada persona sin tener en cuenta su condición social o sexual, su cultura, su apariencia o su religión, ya que todos los seres humanos se merecen respeto y el ser considerados como tal, teniendo el derecho a acceder a condiciones de vida dignas, en todo el espectro que ésta incluya.



Para una mejor comprensión del tema, te remitimos a ver el siguiente video:





sábado, 26 de marzo de 2011

EL SENTIDO DE PERTENENCIA

El sentido de pertenencia significa arraigo a algo que se considera importante, como las personas, cosas, grupos, organizaciones o instituciones, que contribuye a alejar o atenuar la soledad, que hoy afecta a los grandes conglomerados humanos, promoviendo insensibilidad, egoísmo, desconfianza, y un sentimiento progresivo de inseguridad y… desamparo.


De igual manera, se puede definir como el sentimiento de aceptación por parte de los demás. El principal y más importante núcleo de configuración de este sentido es la familia. Pues, sí se sienten aceptados y queridos en casa, los niños adquieren mucha más facilidad para socializar e integrarse a otros grupos.


Si no tenemos arraigo, podemos sentir que no pertenecemos a nada, ni a ninguna parte, todo se hace ajeno y, progresivamente, se pierde el interés en lo que no nos afecta directamente; y eso es contrario al sentimiento cristiano del amor y la caridad que debemos a nuestros semejantes.


Igualmente, se debe recordar que no vale la pena trabajar o estudiar como una obligación para subsistir o prever el futuro; sería desperdiciar la oportunidad de vivir extraordinarias y edificantes experiencias que nos da el disfrutar de lo que realizamos. Se requiere amar lo que hacemos, porque además de ser una bendición, es un privilegio tener una labor que ejecutar o estudiar, cuando millones de personas no encuentran empleo y otras tantas no tienen la oportunidad de estudiar. Si amamos lo que hacemos, especialmente trabajar y estudiar, desarrollamos un especial sentido de pertenencia a esas Organizaciones en las cuales hacemos vida.


El sentido de pertenencia fortalece el sentimiento de que todos somos uno, que es como decir que al pertenecer a este mundo que Dios nos dio por heredad, todos nos pertenecemos mutuamente y por tanto debemos amarnos y socorrernos mutuamente.

Para mayor claridad al respecto veamos el siguiente video:


sábado, 12 de marzo de 2011

ÉTICA Y VALORES HUMANOS


La ética es una rama de la filosofía que abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.

La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a los distintos ámbitos de la vida personal y social. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, busca las razones que justifican la utilización de un sistema moral u otro.

La ética tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente y libre (es decir, aquellos actos sobre los que ejerce de algún modo un control racional). No se limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos, que permite determinar si un acto ha sido éticamente bueno o éticamente malo.

Ello implica establecer una distinción entre lo que sea bueno y lo que sea malo desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal éticos coinciden o no con lo que serían el bien y el mal en sí.

Los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social.

¿Desde cuáles perspectivas se aprecian los valores?

La visión subjetivista considera que los valores no son reales, no valen en sí mismos, sino que son las personas quienes les otorgan un determinado valor, dependiendo del agrado o desagrado que producen. Desde esta perspectiva, los valores son subjetivos, dependen de la impresión personal del ser humano. La escuela neokantiana afirma que el valor es, ante todo, una idea. Se diferencia lo que es valioso de lo que no lo es dependiendo de las ideas o conceptos generales que comparten las personas. Algunos autores indican que "los valores no son el producto de la razón"; no tienen su origen y su fundamento en lo que nos muestran los sentidos; por lo tanto, no son concretos, no se encuentran en el mundo sensible y objetivo. Es en el pensamiento y en la mente donde los valores se aprehenden, cobran forma y significado. La escuela fenomenológica, desde una perspectiva idealista, considera que los valores son ideales y objetivos; valen independientemente de las cosas y de las estimaciones de las personas. Así, aunque todos seamos injustos, la justicia sigue teniendo valor. En cambio, los realistas afirman que los valores son reales; valores y bienes son una misma cosa. Todos los seres tienen su propio valor. En síntesis, las diversas posturas conducen a inferir dos teorías básicas acerca de los valores dependiendo de la postura del objetivismo o del subjetivismo axiológico.

¿Cuáles son las características de los valores?

¿Qué hace que algo sea valioso? La humanidad ha adoptado criterios a partir de los cuales se establece la categoría o la jerarquía de los valores. Algunos de esos criterios son: (a) Durabilidad: los valores se reflejan en el curso de la vida. Hay valores que son más permanentes en el tiempo que otros. Por ejemplo, el valor del placer es más fugaz que el de la verdad. (b) Integralidad: cada valor es una abstracción íntegra en sí mismo, no es divisible. (c) Flexibilidad: los valores cambian con las necesidades y experiencias de las personas. (d) Satisfacción: los valores generan satisfacción en las personas que los practican. (e) Polaridad: todo valor se presenta en sentido positivo y negativo; todo valor conlleva un contravalor. (f) Jerarquía: hay valores que son considerados superiores (dignidad, libertad) y otros como inferiores (los relacionados con las necesidades básicas o vitales). Las jerarquías de valores no son rígidas ni predeterminadas; se van construyendo progresivamente a lo largo de la vida de cada persona. (g) Trascendencia: los valores trascienden el plano concreto; dan sentido y significado a la vida humana y a la sociedad. (h) Dinamismo: los valores se transforman con las épocas. (i) Aplicabilidad: los valores se aplican en las diversas situaciones de la vida; entrañan acciones prácticas que reflejan los principios valorativos de la persona. (j) Complejidad: los valores obedecen a causas diversas, requieren complicados juicios y decisiones.

¿Cómo valora el ser humano?

¿Cómo expresa sus valoraciones? El proceso de valoración del ser humano incluye una compleja serie de condiciones intelectuales y afectivas que suponen: la toma de decisiones, la estimación y la actuación. Las personas valoran al preferir, al estimar, al elegir unas cosas en lugar de otras, al formular metas y propósitos personales. Las valoraciones se expresan mediante creencias, intereses, sentimientos, convicciones, actitudes, juicios de valor y acciones. Desde el punto de vista ético, la importancia del proceso de valoración deriva de su fuerza orientadora en aras de una moral autónoma del ser humano.

¿Cómo se clasifican los valores? ¿Cuáles tipos de valores existen?

No existe una ordenación deseable o clasificación única de los valores; las jerarquías valorativas son cambiantes, fluctúan de acuerdo a las variaciones del contexto. Múltiples han sido las tablas de valores propuestas. Lo importante a resaltar es que la mayoría de las clasificaciones propuestas incluye la categoría de valores éticos y valores morales. La jerarquía de valores según Scheler (1941) incluye: (a) valores de lo agradable y lo desagradable, (b) valores vitales, (c) valores espirituales: lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto, valores del conocimiento puro de la verdad, y (d) valores religiosos: lo santo y lo profano. La clasificación más común discrimina valores lógicos, éticos y estéticos. También han sido agrupados en: objetivos y subjetivos (Frondizi, 1972); o en valores inferiores (económicos y afectivos), intermedios (intelectuales y estéticos) y superiores (morales y espirituales). Rokeach (1973) formuló valores instrumentales o relacionados con modos de conducta (valores morales) y valores terminales o referidos a estados deseables de existencia (paz, libertad, felicidad, bien común). La clasificación detallada que ofrece Marín Ibáñez (1976) diferencia seis grupos: (a) Valores técnicos, económicos y utilitarios; (b) Valores vitales (educación física, educación para la salud); (c) Valores estéticos (literarios, musicales, pictóricos); (d) Valores intelectuales (humanísticos, científicos, técnicos); (e) Valores morales (individuales y sociales); y (f) Valores trascendentales (cosmovisión, filosofía, religión) (p. 53).

EL VALOR DE LA CONVIVENCIA


La esencia del hombre es el resultado del conjunto de relaciones sociales concretas que se han mantenido a lo largo de la vida. El tipo de trato que tengamos con las personas y que ellas tengan con nosotros determina nuestro modo de ser, nuestra personalidad.

Si estas relaciones han sido favorables porque han satisfecho nuestras necesidades básicas, tales como aceptación, afecto, respeto, auto-estima, etc. Y se han proporcionado las condiciones adecuadas al desarrollo, entonces la personalidad crecerá y se estará en disposición de asimilar los valores y las normas de las sociedad. Si la sociedad le dice SI a un individuo, éste en reciprocidad, responderá con un SI. A este proceso básico de formación de la personalidad se le llama Socialización.

Pero si al contrario, se han vivido relaciones negativas, entonces se desarrollará anormalmente y como consecuencia el sujeto responderá con un resentido NO. Esta actitud se manifiesta por una conducta antisocial, porque no se ah desarrollado normalmente el proceso de socialización.
El aprendizaje de una convivencia afectuosa, amable y respetuosa es esencial para llevar a cabo una vida plena y feliz.

El hombre manifiesta el trato adecuado cuando exhibe las siguientes características:

• Es capaz de integrar lo mío con lo tuyo en la síntesis concordante del nosotros.
• Tiene una actitud afectiva positiva hacia los demás.
• Desempeña los roles que la sociedad establece
• Tiene una motivación social de interés por los demás.
• Tiende a cooperar y trabajar en colaboración con los demás.

 La Regla de Oro de la Convivencia.

La regla de oro en las relaciones humanas: “Hacer a los demás lo que queremos que nos hagan y no hacer a otros lo que no desearíamos que nos hicieran”.

Este principio que constituye un legado fundamental que heredamos de culturas y religiones milenarias y que, de una u otra forma esta presente, a traves de la historia, en caso todos los sistemas éticos como norma principal que debería regular las relaciones entre las personas.

Esta regla se basa en la idea y convicción humanista del amor al ser humano, sin distinción de raza, sexo, edad, credo o condición social, simplemente por el hecho de ser persona. La palabra dignidad viene de la raíz dig que significa luz, así que su culto constituiría, en sentido metafórico, un acto de honra y reverencia a ese destello luminoso del valor de lo humano que irradia todo hombre. El reconocimiento y apreciación de la dignidad del valor humano en cada persona implica relacionarnos con ella como un ser valioso.

El primer nivel de esta regla de oro es el que da reciprocidad o correspondencia, que es el mas frecuente y que cumple ese principio pero limitándose a corresponder: dar lo suficiente para quedar bien con los demás, esperando que los otros le respondan del mismo modo.

Este tipo de relación humana corresponde a las necesidades de sentir amor como algo que falta y se obtiene pagando con un amor equivalente. Amor con amor se paga. En el otro extremo de la regla de oro esta el nivel superior de la magnanimidad en que se ama gratis, sin medida, sin esperar reciprocidad o recompensa. Es el amor trascendente en el que el yo se desborda y proyecta sobre los otros y los inunda con simpatía, empatía, cooperación amistosa y creatividad.
Mientras que el amor convencional es un pacto de mediocre calidad que implica un mínimo de mutua aceptación y de convivencia civilizada, en cambio en la magnanimidad, como la virtud o valor mas alto del ser humano o amor grande trasciende y es de máxima calidad.

Tengamos presente que no obstante, ambos niveles (justicia y magnanimidad) se propenden al mismo principio del buen y el mejor trato. En uno u otro caso, la regla de oro representa el principio y la norma que rige la entrada del hombre en la era de la civilización moral.

De igual manera la comunicación entre las personas es el hecho fundamental que caracteriza a las relaciones humanas. La convivencia se produce a través e la comunicación interpersonal y social.
Estamos siempre en un proceso continuo de comunicación: en la familia, en el trabajo, con las amistades y por lo general, suele haber un flujo constante y reciproco de información entre ellas. El éxito y la felicidad de nuestras relaciones dependen de la eficiencia y efectividad de la comunicación que establecemos con las personas que nos rodean.

La comunicación interpersonal se puede desarrollar y perfeccionar a través del aprendizaje y la practica.

La palabra comunicación viene del latín com que significa estar juntos, unir o juntar y munus que se traduce por oficio, trabajo y obra, por lo tanto, comunicación es hacer algo en común, compartir algo conjuntamente.

Vivir es convivir en grupos. El estudio de los grupos constituye un campo de gran interés, porque mejorar las relaciones humanas y el funcionamiento de los grupos e instituciones, es una forma efectiva de contribuir al mejoramiento de la sociedad.

La vida del ser humano se desarrolla a través de la convivencia en grupos. Las instituciones y organizaciones sociales y los grupos son los marcos de referencia en los que se desenvuelven las vidas humanas.

La dinámica de grupos estudia las fuerzas variadas y complejas que actúan sobre y dentro de los grupos y que determinan la conducta de los mismos. Hay también aspectos dinámicos de gran importancia, tales como: la conducta variable que manifiestan los cambio, las motivaciones e interacciones entre sus miembros, etc. La naturaleza de la conducta del grupo esta determinada por ese conjunto de fuerzas que se ejercen desde fuera y dentro de ese grupo.

Lamentablemente esa colección de individuos ante los ojos de la sociedad quizás exista nominalmente como grupo, tenga atribuidas funciones, pero por carecer de las cualidades psicológicas del grupo de hecho, no sea, no funcione como grupo, si no como mero agregado mecánico de individuos.

A continuación veamos un video sobre la Convivencia: